El gobierno argentino no envió este lunes al canciller Gerardo Werthein al Vaticano para conmemorar los 40 años del Tratado de Paz y Amistad con Chile, firmado por Raúl Alfonsín en 1984. Sí estuvo presente el jefe de la diplomacia chilena, Alberto van Klaveren. El gesto no cayó bien en la Santa Sede, aunque la administración de Javier Milei se encargó de aclarar que el problema no es con el Papa Francisco, sino con el mandatario trasandino, Gabriel Boric, con quien el libertario mantuvo un tenso cruce en la cumbre del G20 realizada recientemente en Brasil.
El desplante de Javier Milei al papa Francisco generó resquemor en el Vaticano
El gobierno no envió a su canciller a un acto en el Vaticano para conmemorar los 40 años del tratado de paz con Chile. Enojo con Boric y sospechas sobre el "juego político" del Pontífice.
El propio Werthein explicó oficialmente su faltazo en la cita vaticana y blanqueó su malestar con Boric. “No voy a ir. Tenemos un profundo respeto por el Papa y con el Vaticano, pero desafortunadamente a veces ocurren hechos dentro de las relaciones bilateral que complican las cosas. En el G20 tuvimos algunas circunstancias que aconsejaban que este no es el mejor momento para hacernos presentes personalmente”, enfatizó el ministro de Relaciones Exteriores.
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“Esta no concurrencia de mi parte tiene que ver un poco con lo que ocurrió en Brasil. Tuvimos un desencuentro que prefiero no particularizar. Ellos conocen lo que ha ocurrido y yo le he enviado una carta. La Argentina, lejos de tener problemas, tiene una muy buena relación”, indicó Werthein.
En la cumbre de Río de Janeiro quedaron expuestas las discrepancias. “Hay que generar espacios comunes, en donde haya aspectos de la sociedad que no sean sujetos de negocios”, planteó Boric, en las antípodas del discurso que el libertario había dado minutos antes en el encuentro. Más allá de las diferencias ideológicas, a Milei no le habría gustado percibir gestos de disconformidad de Boric cuando le tocó exponer en el plenario de la cumbre, según arriesgaron fuentes cercanas a la cancillería chilena.
En declaraciones al diario La Tercera de Chile, la ministra secretaria general del gobierno de Boric se refirió ayer al tema. “Yo estuve en los tres foros del G20 y estas son instancias de diálogo y no de confrontación. Son instancias donde cada país manifiesta sus posiciones en torno a cómo combatir la pobreza y el hambre, cómo enfrentar la crisis climática de manera conjunta y también cómo enfrentar desafíos en materia de reforma a las instancias multilaterales”, sostuvo la funcionaria chilena, y agregó no le toca a su país opinar cómo otros gobiernos (en referencia a Argentina) se posicionan para enfrentar los desafíos globales.
Chile envió este lunes al Vaticano a su ministro de Relaciones Exteriores, Alberto van Klaveren, mientras que la Argentina estuvo representada por el embajador ante la Santa Sede, Luis Pablo Beltramino. En 2009, cuando se realizó un acto similar por los 25 años del mismo tratado de paz, Benedicto XVI lo celebró con las entonces presidentas de ambos países, Cristina Kirchner y Michelle Bachelet. Ayer el Papa Francisco evocó aquella jornada.
“No hay problemas con el Papa, está todo bárbaro”, confió al diario La Nación un vocero de la Casa Rosada. En medio de un fuerte hermetismo, dan como ejemplos el pedido de disculpas públicas de Milei al Papa por haberlo descripto alguna vez como “el enviado del Maligno en la tierra” y su encuentro cara a cara de febrero pasado, pero nadie pudo explicar por qué, a falta de Milei o Werthein, no se envió al Vaticano al menos al vicecanciller Eduardo Bustamante, de mayor rango que el embajador Beltramino. “Un papelón”, comentó otra fuente diplomática con reserva de su nombre por temor a la represalia oficial.
“El Vaticano tiene paciencia, pero no olvida, y esto va a ser una mancha”, aseguró un exfuncionario nacional que conoce los entresijos del pensamiento del Papa argentino. En una jornada en la que no abundaron las explicaciones oficiales, el mismo funcionario no descartó que el faltazo de Werthein (Milei ya había descartado hace meses concurrir al encuentro) también se haya debido, entre otras razones, a las durísimas críticas del Papa a la represión ordenada por el Ministerio de Seguridad, que encabeza Patricia Bullrich, contra quienes protestaban por el veto a la nueva fórmula jubilatoria, en septiembre pasado. Aquella vez el Papa señaló: “En vez de pagar la justicia social, pagaron el gas pimienta”.
El Papa y Milei también tienen posturas disímiles sobre el conflicto de Medio Oriente que enfrenta a Israel (aliado estratégico del gobierno junto con Estados Unidos) con los grupos terroristas palestinos Hamas y Hezbollah. Durante el acto, el Papa habló de la “prepotencia del invasor” cuando habló de esa guerra y la de Ucrania, en referencia ineludible al gobierno de Israel y al presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin.
Lo cierto es que, más allá de la carta confidencial de explicaciones que salió desde Buenos Aires hacia el Vaticano, mencionada por Werthein en su entrevista con TN, y de mutuos gestos de acercamiento, fuentes que conocen al presidente aseguraron que sigue pensando que “el Papa juega políticamente” y tiene “una gran afinidad con dictadores comunistas”, como afirmara Milei durante la campaña electoral que lo llevara a la Casa Rosada.
Aún intentando bajar el tono de la polémica, a nadie en Balcarce 50 tampoco le pasó desapercibido que Francisco haya mencionado en su discurso a Cristina, presente en aquella conmemoración de 2009. “Podría no haberla nombrado, y lo hizo de modo explícito”, comentó una fuente diplomática.
En este contexto de tensiones y un vínculo frío con Chile, en el gobierno aún digieren el triunfo de anoche de Yamandú Orsi, candidato del Frente Amplio, en la segunda vuelta presidencial en Uruguay. En este contexto, Milei confirmó que asistirá a la cumbre de presidentes del Mercosur, prevista para el 6 de diciembre, en Montevideo, según informaron fuentes oficiales.