El síndrome pulmonar por hantavirus es una infección viral aguda causada por virus ARN de la familia Bunyaviridae, transmitido principalmente por roedores silvestres propios de nuestra región. Estos animales excretan el virus a través de su orina, heces y saliva, y el virus ingresa al humano por inhalación, ingestión o contacto directo con heridas abiertas en la piel.
Hantavirus: científicos santafesinos piden una mejor vigilancia de la enfermedad para impedir brotes
Investigadores de la UNL advierten que se trata de una enfermedad zoonótica que, a pesar de su gravedad, sigue siendo poco mencionada en los medios y en los círculos científicos. Se registran casos en varias zonas del país.

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La vigilancia epidemiológica en el país es pasiva, basada únicamente en los reportes de casos humanos, manifestaron los científicos santafesinos.
Los brotes se distribuyen en diversas zonas del país: el Noroeste -Salta, Jujuy, Formosa-; la Zona Central -Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Ciudad de Buenos Aires-; el Noreste -Misiones, Corrientes, Formosa- y el Suroeste -Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz-. Recientemente, se registró el fallecimiento de una mujer de 39 años en la ciudad de San Carlos de Bariloche. Pasaron unas pocas horas entre la confirmación de la enfermedad y la muerte de la paciente: a partir de ese hecho, 24 personas fueron aisladas y permanecerán así durante 45 días por tratarse de contactos estrechos.
Los primeros síntomas son similares a los de un resfriado común: fiebre, dolores musculares, escalofríos, cefaleas, náuseas, vómitos y, en algunos casos, dolor abdominal y diarrea. A medida que avanza la enfermedad, puede haber dificultad respiratoria, lo que puede derivar en el síndrome cardiopulmonar por hantavirus, una condición grave que, si no se trata adecuadamente, puede ser fatal.
Pablo Beldomenico, docente investigador de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNL y el Conicet, señala que la vigilancia epidemiológica en el país es pasiva, basada únicamente en los reportes de casos humanos. Este enfoque no es suficiente para detectar brotes o cambios en la prevalencia del virus en la naturaleza. “Hace falta un sistema de vigilancia activa en los reservorios, los roedores, para poder anticiparnos a los brotes”, asegura.
Cambios de roedor hospedador
El investigador comenta que, aunque los brotes de hantavirus no son constantes, su aparición es cíclica. A partir de investigaciones descubrieron que los roedores hospedadores naturales del virus coevolucionan con él, lo que les permite tolerarlo sin verse afectados. Sin embargo, cuando la población de roedores aumenta, también lo hace la prevalencia de hantavirus en los roedores y la probabilidad de contacto con los humanos, elevando el riesgo de contagio.
Beldomenico recuerda, entre otras investigaciones en el Conicet, uno de los hallazgos más importantes que realizó su grupo con respecto a hantavirus fue “un genotipo del virus propio de una especie de colilargo apareció en otra especie diferente, lo cual demuestra que con relativa frecuencia hay cambios de hospedador, y eso tiene implicancias en la epidemiología de cada linaje del virus”. En su opinión, la falta de infraestructura y financiamiento complica la prevención.
Monitoreos necesarios
Aunque la transmisión persona a persona no es común, existe el riesgo de contagio por contacto cercano. Dado el alto riesgo de mortalidad de la infección, la prevención y vigilancia en los reservorios son fundamentales. La transmisión depende de factores ecológicos como las precipitaciones y la abundancia de roedores, que aumentan el riesgo de que los humanos entren en contacto con animales infectados.
El sector de salud pública debe estar alerta ante esta zoonosis, que es difícil de detectar de forma temprana debido a la falta de infraestructura y recursos destinados a la prevención en áreas rurales. La ausencia de un sistema de monitoreo robusto en las poblaciones de roedores impide una respuesta eficaz ante los brotes.
El principal desafío radica en mejorar la prevención, aumentar la concientización de la comunidad y fortalecer los recursos para la investigación y monitoreo. La falta de fondos limita la capacidad para realizar un seguimiento activo, basado en la vigilancia de las poblaciones de roedores y la circulación del virus.
Este tipo de monitoreo permitiría tomar medidas preventivas más efectivas y reducir el riesgo de contagio. Para implementar estas estrategias, se requieren inversiones y un compromiso de los organismos gubernamentales en el control de las zoonosis en la fauna silvestre.
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