Tras conocerse la noticia del fallecimiento del Papa Francisco, el arzobispo de Santa Fe, Monseñor Sergio Fenoy, lo despidió con palabras cargadas de gratitud y reconocimiento por su legado pastoral.
Monseñor Fenoy ponderó el legado de Francisco, pero lamentó que "se fue con el dolor de la guerra y los migrantes"
El arzobispo de Santa Fe despidió con emoción al Sumo Pontífice y valoró su cercanía con la gente hasta sus últimos días. Señaló que deja un mensaje de esperanza, aunque con el dolor de no haber visto resueltas las crisis que marcaron su pontificado.

UNO de Santa Fe / Archivo UNO
El Arzobispo santafesino, Sergio Fenoy
En sus declaraciones, destacó la entereza del Sumo Pontífice en sus últimos días, su cercanía con la gente y el profundo dolor que se llevó por los conflictos armados y la situación de los migrantes en el mundo.
“Pudo hacer estas últimas apariciones en público y estar con la gente, que creo que era lo que más quería”, expresó Fenoy, quien interpretó que Dios “lo llamó en el mejor momento”, justo después de que pudiera salir del hospital Gemelli y reencontrarse con el pueblo.
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Aunque debilitado, el Papa mantuvo su presencia hasta el final. “Sí, con pocos gestos de expresión, moviendo la mano, con pocas palabras. Pero creo que bastó eso para llenar su corazón de Pastor y se pudo despedir bien”, sostuvo el arzobispo.
Y añadió: “Creo que vamos a sentir su ausencia, su magisterio, pero también la enfermedad lo había llevado a un límite doloroso, para él y para la Iglesia”.
Fenoy aseguró que “Dios ha sido bueno con él y con nosotros”, al permitirle esa última despedida pública que, según el prelado, era esencial para el alma pastoral de Francisco.
“Me parece que se fue con un dolor inmenso por la guerra. La guerra y los migrantes han sido el dolor de su corazón. Ver que mucha gente era rechazada, no recibida, no comprendida. Desde el comienzo él luchó por los migrantes”, enfatizó.
En esa línea, Fenoy remarcó que Francisco dejó un mensaje claro en su última homilía escrita, la de la noche de Pascuas.
“Al final dice: ‘seamos constructores de esperanza para el mundo’. En pocas palabras deja esa consigna tan difícil, porque la alegría y la esperanza deben ser de las cosas más difíciles de cultivar, de contagiar, de transmitir”, reflexionó.
Y concluyó: “Ese es el mensaje para la sociedad: ser constructores de esperanza para este mundo, nuestro país, nuestra ciudad”.