De manera cotidiana muchos santafesinos usan como insulto “negro de mierda”, ya sea en el ámbito privado como en el público. A veces es frente a un hecho delictivo que ven, leen o escuchan en las noticias. Otras tantas, para señalar simplemente a quien es diferente frente a sus ojos. También se usa en plural para categorizar a todo un sector social, un barrio entero o incluso pueblos o ciudades completas. Pero, ¿de dónde viene? ¿qué estamos diciendo realmente detrás de esas palabras? ¿qué sociedad construye el uso de ese lenguaje?
"Negro de mierda": de dónde viene el insulto tan común y discriminatorio
Por Bárbara Favant
Mirta Alzugaray es santafesina, afrodescendiente y referente de La Casa de la Cultura Indo-Afro-Americana de Santa Fe “Mario López”, con estudios que le han permitido participar como ponente en congresos, universidades y museos. Además es comunicadora comunitaria, artesana y ceramista. A su vez, integra la Red de Afroargentinos del Tronco Colonial y aborda la perspectiva de género y el feminismo negro. UNO Santa Fe la contactó para entender el significado de este insulto tan común en la ciudad para conocer los diferentes niveles que toca y la historia detrás de su uso.
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Alzugaray relata que desde la época de la colonización se trató de omitir en la historia la existencia de afrodescendientes en el país. Hasta hace muy pocos años, por ejemplo, no se daba a conocer en libros de historia que el sargento Juan Bautista Cabral, quien pasó a la historia nacional por morir en defensa del Coronel José de San Martín, era de origen zambo y esclavo. Ni se comentó tampoco el nombre de María Remedios del Valle, negra, que fue considerada Madre de la Patria por liderar batallones enteros en las guerras de la independencia y ser reconocida por Belgrano.
“La creencia es que murieron por las guerras de la independencia o por la fiebre amarilla, pero en realidad no es así. Una forma de resistencia fue el mestizaje, para poder mezclarse con el resto de la sociedad y no ser parte de ese sector que era siempre despreciado. Porque ser negro o negra en este país es lo peor que te puede pasar. En cuestiones de aceptación social es esto. Hay una invisibilización de decir que en la Argentina no hay negros para no vernos. Revisando la historia, la idea es vernos lo más europeos posibles. Argentina, del cono sur, es el país que se ve más europeo. Hay una negación hacia la presencia africana y también de los pueblos originarios. Porque ser argentino implica verse blanco y europeo”, comienza a explicar Alzugaray.
Y sigue: “Eso fue sostenido por muchísimos años a lo largo de la historia y hasta la actualidad. Por eso el denominador común peyorativo cuando se insulta a alguien es decirle negro de mierda. Porque ese insulto no implica solo el color de la piel sino también implica una ideología, una postura, un ser. Es ser el vago, el que no quiere laburar, el choriplanero en la actualidad”. Aplica también variantes que se desprenden de la frase como "negrear", "negrada", "es cosa de negros", etc.
Cabe recordar que la cantidad de personas que fueron traídas desde África para ser esclavizadas en este país fue incalculable, y tuvieron el fin de formar parte del ejército que le dio la independencia a la República Argentina, de construir las casas de los pudientes colonizadores, trabajar los campos o hasta de tener que producir bebés para compra y venta. Santa Fe no fue la excepción a la explotación y negación de la existencia de la descendencia afro. Aun cuando la resistencia no solo fue ejemplar, sino fundamental para la cultura, la gastronomía y la construcción de la sociedad actual.
Sobre la historia particular en la ciudad de Santa Fe, apuntó la activista: “Fuimos relegados a esos sectores de la sociedad. A diferencia de lo que se cree, después de las guerras europeas a ese migrante se le proporcionó un terreno o herramientas para poder hacer la América y contribuir a este país con su sangre y sudor trabajando el campo. Pero a los africanos y a las africanas al momento de abolir la esclavitud no se nos entregó absolutamente nada, salvo un papel que decía que éramos libres. Pero en la realidad el 99 por ciento de ellos siguieron trabajando en las mismas familias de las que formaron parte como esclavizados. Y fueron relegados a los sectores más empobrecidos de la sociedad. Uno de los sectores primordialmente de presencia africana acá en Santa Fe es el sur de la ciudad. La zona del Museo, lo que conocemos como el paseo de las tres culturas, la Casa de Gobierno donde fue el casco histórico en el que la ciudad empezó a emerger”.
“Ahora conforme la ciudad se fue ampliando los sectores más empobrecidos van formando parte de los bordes, los orilleros. Y en esos sectores es donde la presencia africana es mucho más marcada, al igual que los pueblos originarios. Si te vas a un hospital público o en su momento con las entregas de planes las que en su mayoría hacían cola eran mujeres con el fenotipo negro, si bien el color no está tan presente en nuestro país, es africano y de pueblo originario. Si te ponés a ver cada rostro en esta ciudad la mayor parte de la ciudad tiene estas características, y es la mayor parte de la población empobrecida”, agregó.
Asimismo, detalló: “El cabello ondulado, las narices anchas, los labios gruesos son parte del fenotipo afro. Entonces, esta invisibilización es ideológico política porque no nos queríamos ver negros. Formaba parte de un sector social del cual no queríamos pertenecer. Sarmiento y Mitre construyeron un relato de la historia que no habla de negros. Y el expresidente Menem dijo «en la Argentina no hay negros, ese es un problema de Brasil». En realidad fuimos los primeros desaparecidos de la historia. Desaparecimos hasta de los libros de historia”.
De manera frecuente se escucha que de inmediato al pronunciar esta frase insultante, viene una aclaración latiguillo: “Pero no por el color de piel, es de alma”. “En realidad es un doble racismo”, describe Alzugaray y agrega: “Está todo bien con que seas negro, pero lo que se hace a la vez es que se lleva esa negritud a una forma de ser, que tiene que ver más con tus actos, con tu forma de pensar, tus formas de desarrollarte en la sociedad”.
“En la actualidad es el choriplanero, el que vive de los planes. Se equipara el ser negro a ser vago, a ser mal hablado, a vivir en una villa. Y eso implica el ser un negro de mierda, que va más allá de que si portás el color o no lo portás. Porque pertenecés a un sector de la sociedad de clase media baja. Pero no nos estamos refiriendo solo a un sector de la sociedad, porque no usamos otras palabras para marcarlo. Apuntamos a usar el "negro" para reducir una forma de ser. Y tiene que ver con negar la presencia de un otro que puede tener otra cultura, visión de la vida o estética física. Hay un estereotipo de lo que es aceptado que es el hombre blanco, clase media, heterosexual, trabajador, empresario. Si no aspirás a eso, no sos nadie. Y tiene que ver con que no hay una aceptación de otros modos que son parte de esta sociedad”, analiza.
Al mismo tiempo, relata: “Hace unos años hubo una investigación que dio como resultado que el 58 por ciento de la población argentina tiene genes de pueblos originarios. Y sin embargo aún son vistos todavía como esos pobrecitos que están pidiendo en la calle, mayormente mujeres. Cuando vamos a las escuelas a hablar de pueblos originarios las imágenes que se le vienen a los pibes a la cabeza es que están con un taparrabos y una lanza. No hay una mirada de convivencia del negro, del originario con ese blanco europeo que vino a poblar el suelo argentino”.
Por otra parte, se la consultó por la visibilidad de las organizaciones que luchan contra el racismo: “La presencia africana en Estados Unidos los hizo más visibles a través de mostrar al mundo cómo los yanquis segregaban a la población negra. Los reducían a lugares donde los negros podían entrar y los blancos no y viceversa. Los redujeron a guetos. En cambio en Argentina como el mestizaje es tan común, y los negros y las negras no tenemos un color tan marcado se cree que en este país no somos racistas. Si no hay a quien racializar (de manera irónica lo digo) acá no hay racismo. Entonces, si no se visibiliza la presencia no se visibiliza el racismo”.
“Queda mucho para desandar porque el racismo no solo implica el color de la piel, implica a esos «que viven de los planes». Que es parte de un sector que económicamente sostiene esta sociedad de manera informal. Los villeros no forman parte del sector económico formal de la sociedad, son los que venden en la calle, que limpian vidrios en las esquinas. Y si hablamos de trabajo en negro por ejemplo, damos cuenta que hay un montón de palabras que relacionan a lo malo con lo negro. Así como se usa en el periodismo al hablar de la economía si se dice por ejemplo “lunes negro”, o hay quienes dicen tuve un día de mierda. Entonces lo negro y la mierda son lo mismo. Y si eso no es racismo… La difusión de estos fenómenos en los medios y en las escuelas ayudan a reducir estos pensamientos discriminatorios, a buscar otra sociedad”, concluyó.
La Casa de la Cultura Indo-Afro-Americana de Santa Fe “Mario López” trabaja para erradicar todo tipo de violencia y discriminación en la ciudad a la vez que lleva adelante tareas para reconstruir y preservar la historia en invaluables objetos, libros y testimonios de la cultura afro en toda la región.